Dexametasona y Mieloma Múltiple
Casi a diario los comentarios sobre los efectos adversos de la dexametasona invaden nuestras redes, intentaremos aclarar un poco la situación, los beneficios e inconvenientes de su uso.
La dexametasona es un componente casi omnipresente en los esquemas de tratamiento para el mieloma múltiple, y esto se debe a varias razones clave, tanto por sus efectos directos como por sus sinergias con otros fármacos.
Efecto antitumoral directo
La dexametasona es un glucocorticoide con potente acción antiinflamatoria e inmunosupresora, pero en el caso del mieloma tiene también un efecto citotóxico directo sobre las células plasmáticas malignas. Induce apoptosis (muerte celular) en estas células tumorales, especialmente en combinación con otros agentes.
Sinergias con otros fármacos
Funciona muy bien en combinación con múltiples clases de fármacos utilizados en mieloma múltiple:
Inmunomoduladores (como lenalidomida o pomalidomida):
La dexametasona potencia su eficacia y ayuda a reducir los efectos inflamatorios del tratamiento.
Inhibidores del proteasoma (como bortezomib o carfilzomib):
Hay sinergia para inducir la apoptosis tumoral.
Anticuerpos monoclonales (como daratumumab):
La dexametasona reduce las reacciones infusiónales y puede mejorar la actividad antitumoral.
Disminución de efectos adversos
Reduce reacciones inmunológicas y síntomas inflamatorios, como:
Como inconvenientes podríamos decir que su uso prolongado puede tener efectos secundarios importantes: hiperglucemia, inmunosupresión, insomnio, osteoporosis, debilidad muscular, cambios de humor… Por eso, aunque es clave, se tiende a reducir su dosis progresivamente si la respuesta al tratamiento es buena, y se ajusta especialmente en pacientes mayores o frágiles.
A muchos de nosotros puede no gustarnos nada la dexametasona por esos efectos adversos que tanto nos afectan: cambios de humor, insomnio, cansancio… tenemos alguna alternativa?

Prednisona o prednisolona
Son glucocorticoides menos potentes que la dexametasona (aproximadamente 6–7 veces menos potentes).
Se usan a veces como sustitutos cuando la dexametasona no es bien tolerada, aunque suelen ser menos eficaces en el contexto del mieloma.
Pueden provocar menos insomnio, irritabilidad y alteraciones del estado de ánimo.
Reducción de dosis o esquema intermitente
En lugar de eliminarla por completo, muchas veces se ajusta la dosis de dexametasona según edad y tolerancia.
En pacientes mayores o con efectos secundarios importantes, se puede pasar de 40 mg/semana a 20 mg o incluso menos, o espaciar su administración (cada dos semanas, por ejemplo).
En pacientes con respuesta profunda y mantenida, o que están en mantenimiento, a veces se puede eliminar la dexametasona del esquema. También puede omitirse en fases finales si los efectos secundarios superan los beneficios.
En la fase de mantenimiento, muchas veces ya no se incluye dexametasona, y se opta por lenalidomida sola, sobre todo si hubo buena respuesta al tratamiento inicial.
Se están explorando esquemas libres de esteroides o con uso muy limitado en ensayos clínicos, sobre todo en combinación con anticuerpos monoclonales como daratumumab o elotuzumab, con el objetivo de mantener eficacia, reducir toxicidad a largo plazo y mejorar la calidad de vida
Resumiendo, no hay un sustituto directo que funcione igual de bien en todos los casos, pero hay alternativas menos tóxicas (como prednisona) o ajustes de dosis que se usan según el perfil del paciente. La tendencia actual, especialmente en pacientes mayores o frágiles, es personalizar la dosis y duración de la dexametasona al máximo.